miércoles, 31 de julio de 2013

Entrevista* a Monseñor Adalberto Martínez Flores

Mons. Martínez Flores forma parte del Ordinariato Castrense Paraguayo, Secretario General de la Conferencia Episcopal Paraguaya y Presidente del Departamento de Comunicación y Prensa del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)

Mons. Adalberto Martínez Flores. Foto: EcosCEA
Después de haber pasado la JMJ Río 2013 y habiendo escuchado el discurso que brindó al CELAM en ese marco, ¿cuál es su impresión?
El Papa se dirigió a los obispos de la coordinación del CELAM que estamos reunidos esta semana y fue una cita importantísima para nosotros obispos y para la región en relación a las propuestas de Aparecida, de la necesidad de que Aparecida pueda tomar la fuerza y el rumbo que se ha propuesto en el año 2007 cuando nació ese documento en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Lo hemos tomado como un desafío importante que ahora mismo lo estamos estudiando. Cuando escuchamos el discurso quedamos admirados ante su profundidad y belleza, pero después, poco a poco, se necesita tiempo y reflexión para el intercambio que provoca el análisis. Fue un discurso que nos ha interpelado profundamente a todos los obispos, especialmente al episcopado latinoamericano y caribeño.

¿En qué puntualmente se sintieron interpelados?
En todo lo que se refiere, por ejemplo, a la necesidad de comenzar la revolución de la ternura. Como el Papa nos ha dicho, tiene que ver con la encarnación del Verbo: Jesús que ha venido a habitar entre nosotros, la misericordia que habita en medio de nosotros. El mundo necesita de una Iglesia cercana, de una Iglesia más encarnada en la realidad de la gente, y por supuesto, también los pastores —más específicamente los obispos— que deben ponerse en el papel de ir conduciendo el rebaño y ponerse en primera línea porque el pastoreo no puede delegarse. En ese sentido, los obispos estamos siendo interpelados para ponernos en primera línea y, con ayuda del Espíritu Santo y el ministerio que el Señor nos regala, ponernos a retomar el discurso —como lo estamos haciendo ahora en un intercambio muy valioso— como pastores en la situación en la que estamos reconocer las periferias hacia la que estamos llamados y dejar una "Iglesia centro-autorreferencial" para ir hacia las necesidades de la gente. Abrir las puertas de la Iglesia, no para que esperar que la gente entre, como decía el Papa, sino para salir al encuentro de las personas y buscar a aquellas más necesitadas del mensaje evangélico y dejar la autorreferencialidad.

¿Considera usted que el CELAM va a tener un papel decisivo en la interpretación de Aparecida como una nueva vertiente-nutriente para la Iglesia global?

Creo que el Papa nos está, en cierto modo, desafiando para que Aparecida siga vigente con esas propuestas, sobre todo de discipulado y misión continental. Las conferencias episcopales se han adherido a la propuesta de "misionariedad" de la Iglesia y la misión continental fue posiblemente debilitándose en algunos lugares. Es cierto que existe una gran necesidad de retomar todo el significado de lo que es la misión —que debe ser transversal a todas las secciones de la Iglesia— y no como un acto en sí mismo que puede pasar sino que sea permanente. Eso es lo que quisiéramos en el CELAM y todos los departamentos: hacer una sincera evaluación para saber dónde estamos en relación a Aparecida y retomar su rumbo.


*Esta entrevista se llevó a cabo en la Casa de la comunidad de las hermanas de Madre Cabrini, Tijuca, Río de Janeiro, el martes 30 de julio de 2013, y ha sido editada para una mejor comprensión de su contenido.

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