viernes, 26 de julio de 2013

Encuentro con argentinos en la catedral de Río de Janeiro

El jueves 25 de julio la Catedral de Río de Janeiro nuevamente abrió las puertas a los argentinos, aunque con algunas diferencias desde el punto de vista de la seguridad —que fue mucha en cantidad de efectivos— ya que quien iba a encontrarse con los jóvenes era el Papa Francisco.


Ovacionado y entre miles de banderas argentinas, el Papa Francisco entró en la Catedral recibido por el arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo y el arzobispo de Río de Janeiro monseñor Orani Tempesta.
Saludó, pidió que recen por él, se rio, bendijo, reconoció rostros —el embajador argentino en Brasil Luis María Kreckler, el secretario de Culto de la Nación Guillermo Oliveri, el director de Culto de la Nación Luis Saguier Fonrouge, el Director de Cultos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Alfredo Abriani, el periodista Nelson Castro, entre otros—, y sumadas las voces del coro que cantaba “Un nuevo sol” mientras los miles y miles de jóvenes no paraban de arengar “Esta es / la juventud del Papa”, Francisco llegó al altar.

Allí lo esperaban los obispos argentinos —Vicente Bokalic Iglic, Carlos Malfa, Alfonso Delgado, Francisco Polti, Hugo Barbaro, Marcelo Sánchez Sorondo, César Fernández, Pedro Laxague, Santiago Olivera, Adolfo Uriona, Miguel Ángel D’Annibale, Alberto Bochatey, Eduardo Taussig, Jorge Lozano, José Conejero Gallego, Mario Poli— con quienes se abrazó y mantuvo algunos diálogos.

Monseñor Arancedo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, le dio la bienvenida:


Mons. Arancedo recibe al Papa Francisco en su encuentro
con los jóvenes argentinos


Santo Padre, querido hermano Francisco.
Valoramos y agradecemos este cálido gesto, fuera de agenda, que nos permite encontrarnos en el marco de la JMJ.
Queremos manifestarle nuestro afecto y reiterar nuestra devoción y obediencia a Pedro, a su ministerio como Obispo de Roma que preside la Iglesia Católica, universal, fundada por Jesucristo.
Queremos agradecerle particularmente, en este comienzo del pontificado, su palabra, sus gestos y presencia, que han marcado ante el mundo la actualidad del Evangelio de la verdad y la vida, de la justicia y solidaridad, del amor, de la gracia y la paz.
El Evangelio sigue siendo la novedad y la propuesta de un modo nuevo.
Querido Francisco, estos jóvenes que han pasado toda la noche y la mayoría de este día, aspiran a vivir y construir un mundo más justo, solidario y fraterno del que nos has hablado. Para ello, quieren ser discípulos y misioneros de Jesucristo.
Santo padre, queremos escuchar tu palabra y recibir tu bendición para nosotros y para nuestra Patria, tu Patria, que tanto amamos y queremos servir.

Palabras de Francisco a los jóvenes argentinos
en la Catedral de Río de Janeiro
“Hagan lío,
cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes,
no se dejen excluir y que no excluyan a los ancianos,
y no licúen la fe en Jesucristo.”
PAPA FRANCISCO



Gracias, gracias, por estar hoy aquí, por haber venido. Gracias a los que están adentro y muchas gracias a los que están afuera. A los 30.000 me dicen que hay afuera desde acá los saludo, están bajo la lluvia. Gracias por el gesto de acercarse, por haber venido a la Jornada de la Juventud.

Yo le sugerí al Dr. Gasparri que es el que maneja, el que organiza el viaje, si hubiera un lugarcito para encontrarme con ustedes y en medio día tenía arreglado todo. Así que también le quiero agradecer públicamente al Dr. Gasparri esto que ha logrado hoy.

Quisiera decir una cosa. Qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud: espero lío. Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Que en Río va a haber lío, va a haber, pero quiero lío en las diócesis. Quiero que se salga afuera. Quiero que la Iglesia salga a la calle.

Quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrado en nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, si no salen se convierten en una ONG y la Iglesia no puede ser una ONG.

Y que me perdonen los obispos y los curas si alguno después le arma lío a ustedes, pero este consejo… gracias por lo que puedan hacer.

Miren, yo pienso que en este momento, esta civilización mundial se pasó de rosca porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son la promesa de los pueblos.
Exclusión de los ancianos, por supuesto, porque uno podría pensar que podría haber una especie de eutanasia escondida, es decir: no se cuida a los ancianos. Pero también esta eutanasia es cultural: no se los deja hablar no se los deja actuar.
Y exclusión de los jóvenes. Porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo es muy alto y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo. O sea, esta civilización nos ha llevado a excluir las dos puntas que son el futuro nuestro.
Entonces los jóvenes tienen que salir, tienen que hacerse valer, los jóvenes tienen q salir a luchar por los valores.
Y los viejos abran la boca. Los ancianos abran la boca y enséñennos, transmítannos la sabiduría de los pueblos. En el pueblo argentino —yo se los pido de corazón— a los ancianos: no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que transmite la justicia, que transmite la historia, que transmite los valores, que transmite la memoria del pueblo. Y ustedes, por favor, no se metan contra los viejos, déjenlos hablar, escúchenlos y lleven adelante. Pero sepan que en este momento ustedes, los jóvenes, y los ancianos están condenados al mismo destino: exclusión. No se dejen excluir. ¿Está claro? Por eso creo que tienen que trabajar.

Y la Fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros, es un escándalo y que haya muerto en la cruz, es un escándalo, el escándalo de la cruz. La cruz sigue siendo escándalo, pero es el único camino seguro, el de la cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús.

Por favor no licúen la Fe en Jesucristo, hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana pero, por favor, no tomen licuado de fe. La fe es entera, no se licúa, es la fe en Jesús. Es la fe en el hijo de Dios hecho hombre que me amo y murió por mí.

Entonces: hagan lío, cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes, no se dejen excluir y que no excluyan a los ancianos, y no licúen la fe en Jesucristo.

Las Bienaventuranzas. ¿Qué tenemos que hacer, padre? Mirá, leé las bienaventuranzas que van a venir bien, y si querés sabér qué cosas prácticas tenés que hacer, leé Mateo 25* que es el protocolo con el cual nos van a juzgar. Con esas dos cosas tienen el programa de acción: las Bienaventuranzas y Mateo 25*. No necesitan leer otra cosa. Se los pido de corazón.

Bueno, y les agradezco ya esta cercanía. Me da pena que estén enjaulados. Pero les digo una cosa, yo por momentos siento “qué feo que es estar enjaulado”, se los confieso de corazón. Pero esperemos… los comprendo. Y me hubiera gustado estar más cerca de ustedes pero comprendo que por razón de orden no se puede.

Gracias por acercarse, gracias por rezar por mí, se los pido de corazón, necesito, necesito de la oración de ustedes, necesito mucho, mucho. Gracias por eso.

Y bueno, les voy a dar la bendición y después vamos a bendecir la imagen de la Virgen que va a recorrer toda la república [Argentina] y la cruz de San Francisco que van a recorrer misioneramente.

Pero no se olviden: hagan lío, cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos, son los ancianos y los jóvenes. Y no licúen la fe.

Y ahora vamos a rezar para bendecir la imagen de la Virgen y darles después la bendición a ustedes.

*Parábola de las diez vírgenes
En aquel tiempo, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas, y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomaron sus lámparas, pero no llevaron aceite; en cambio, las prudentes llevaron sus lámparas y también vasijas con aceite. Como el esposo se demoró, todas cabecearon y se durmieron. A la medianoche se oyó gritar: "¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!" Todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Entonces las insensatas dijeron a las prudentes: "Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando." Pero las prudentes les respondieron: "A fin de que no nos falte a nosotras ni a ustedes, vayan a los que venden, y compren para ustedes mismas." Pero mientras ellas fueron a comprar, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Después llegaron también las otras vírgenes, y decían: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él les respondió: "De cierto les digo, que no las conozco." Estén atentos, porque ustedes no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre vendrá.

Parábola de los talentos
Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

El juicio de las naciones
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
 

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